Las personas con síndrome de Down son alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales que están escolarizados en centros escolares ordinarios en base a los principios de inclusión y normalización. La escuela ordinaria les proporciona un ambiente rico en estímulos educativos y sociales, siendo la educación uno de los recursos más valiosos con los que cuentan para su pleno desarrollo. Aprenden en la escuela de la diversidad. El mejor escenario educativo es la escuela que atiende a la diversidad, ya que la escuela es un lugar para educarse en la convivencia y no sólo para transmitir conocimientos, sino para aprender a descubrirlos de manera compartida. (López Melero, M. 2006).
No hay dos personas con síndrome de Down iguales, como tampoco hay dos individuos iguales. Aunque todas las personas con síndrome de Down tienen un cromosoma extra (o parte esencial de él) en el par 21, los efectos de esta circunstancia sobre el desarrollo físico y mental varían ampliamente. Los alumnos y alumnas con s.D. son competentes para aprender. Aprenden lo que se les enseña de manera adecuada a su forma de ser y aprender. La variabilidad de capacidades es grande, pero todos pueden aprender. Cada alumno/a con s.D. lleva dentro de sí un potencial de aprendizaje que se desarrollará si creemos en sus posibilidades, le damos oportunidades de aprender y planteamos estrategias de enseñanza acordes con sus peculiaridades. Las singulares características que definen al alumnado con síndrome de Down generan necesidades educativas especiales y específicas que deben ser tenidas en cuenta a la hora de diseñar y desarrollar la respuesta educativa que se les ofrezca. La mayoría de niños y adolescentes con este síndrome aprenden y progresan más lentamente que quienes no tienen una discapacidad, presentando dificultades de aprendizaje, que se deben a una lentitud a la hora de recibir, procesar la información y dar la respuesta. Las habilidades de habla, lenguaje y comunicación son unas áreas particularmente difíciles para la mayoría de niños y adolescentes con síndrome de Down, aunque les guste comunicarse desde la infancia y tengan un punto fuerte en la comunicación no verbal como gestos y signos. Por todo ello, requieren una educación adicional en comunicación y lenguaje. Una de las consecuencias de la especificidad del síndrome de Down es la necesidad de la formación y orientación adecuada del profesorado que atiende a este alumnado. Las Asociaciones Síndrome de Down colaboran con los centros escolares para asesorar sobre estrategias de enseñanza, realización de adaptaciones curriculares que se adecuan a la forma de ser y aprender de las personas con síndrome de Down y adaptación de materiales y recursos. El alumnado con síndrome de Down tiene plena capacidad para responder, con la estimulación y el apoyo adecuado, a las demandas de sus entornos de desarrollo, actuales y futuros; así como para aprender e integrarse en la escuela. Necesita de un refuerzo complementario que facilite la consecución de los objetivos planteados en el aula ordinaria. Ello requiere necesariamente prolongar la intervención educativa a través de las actividades de apoyo escolar y refuerzo educativo que realizan las Asociaciones Síndrome de Down.
Por todo ello, para facilitar la integración escolar y reforzar el mismo aprendizaje escolar, el alumnado con síndrome de Down necesita: